Existen muchísimos mitos acerca de las tarjetas, que si son malas, que si pagas demasiados intereses, que no debes gastar dinero que no es tuyo, etc… Pero, ¿en verdad las tarjetas son tan malas?
Aquí te vamos a explicar las principales ventajas y desventajas de cada una de ellas y te diremos dónde es mejor usarlas y en qué escenarios. Recuerda que la transacción más segura siempre es por medio de tarjetas y no es recomendable cargar con tanto dinero en efectivo.
Bien, la principal diferencia entre ambas tarjetas es la forma de pago. En una tarjeta de débito, el pago se carga directamente en la cuenta corriente del titular. Así, sólo permiten el cobro hasta el límite de los fondos de la cuenta. Con la tarjeta de crédito es posible pagar incluso, si no se dispone de fondos, ya que es posible aplazar el cobro hasta el mes siguiente. De esta forma, el titular contrae una deuda con el banco.
Pero, ¿En qué momento conviene más usar cada una?
Ventajas y desventajas de la tarjeta de crédito
La principal ventaja de pagar con tarjeta de crédito es que otorga la capacidad de adquirir bienes y servicios sin necesidad de tener fondos en el momento de hacer el gasto. Además, muchas de las tarjetas de crédito que ofrecen los bancos conceden beneficios que van desde descuentos por repostar en algunas gasolineras o la devolución de un porcentaje del importe de las compras realizadas. En muchos casos, tienen incluida la contratación de un seguro de viaje o de robo.
Sin embargo, hay que tener cuidado con este tipo de productos y disponer siempre de los fondos necesarios para saldar la deuda una vez finalice el plazo. En el caso de que no se pueda pagar o se haya sobrepasado el límite de crédito de la tarjeta, conviene reaccionar antes de que se ponga en marcha el cobro de los correspondientes intereses y comisiones.
Tarjeta de débito
Las tarjetas de débito permiten retirar efectivo en cajeros automáticos y realizar pagos en comercios físicos u online. En ambos casos, lo normal es que el importe se carga directamente y de manera instantánea en la cuenta asociada a la tarjeta, ya sea una libreta de ahorros, una cuenta corriente o incluso una póliza de crédito. Por consiguiente, es imprescindible que la cuenta tenga saldo (o crédito en el caso de la póliza) para poder realizar el pago.
Dentro de esta segunda modalidad, también se encuentran las llamadas tarjetas virtuales, creadas específicamente para realizar pagos de forma rápida y segura por internet. Estas tarjetas, que no tienen un soporte físico, se cargan con una cantidad de dinero, del que se van descontando los gastos a medida que se van haciendo, como si se tratara de un monedero.
Al igual que las de plástico, las tarjetas virtuales cuentan con un número identificador, una clave o PIN, una fecha de caducidad, y un código de seguridad, llamado CVV o CVC. Sin embargo, estos datos no están reflejados en una tarjeta física, por lo que solo se pueden consultar a través de la web o aplicación bancaria de la entidad emisora. Además, estas tarjetas virtuales no están vinculadas a la cuenta bancaria del propietario ni a sus tarjetas físicas.
Entonces, en conclusión la mejor manera de ocupar tus tarjetas inteligentemente es pagar lo más posible con tu tarjeta de crédito teniendo como límite el saldo en tu tarjeta de débito. Esto hará que el banco vea que estás moviendo tus créditos y permitirá tener un historial crediticio muchísimo más amplio y con mejor puntaje. Solo trata de tener bien claro de cuánto límite dispones porque aquí el secreto es pagar mes con mes sin falta el saldo para no generar intereses directamente desde tu tarjeta de débito.
Conocer las ventajas e inconvenientes de las diferentes tarjetas y el posible impacto de su uso sobre nuestra salud financiera es fundamental para manejar con responsabilidad y prudencia este tipo de productos, controlando el gasto y no endeudándose en exceso.
https://www.bbva.com/es/salud-financiera/diferencias-tarjetas-credito-tarjetas-debito/